reclusorio oriente 1

he decidido escribir acerca de mis visitas al reclusorio oriente de la ciudad de méxico; no sólo porque a la mayoría de la gente que se entera que voy todos los lunes le causa una gran curiosidad, sino porque para mí, estas visitas se han ido convirtiendo en una parte realmente importante de mi vida y la manera en que pienso y actúo, por razones que ya iré explicando y desglosando más adelante. así que, comencemos.

... todos llegamos con nervios, y quien diga que no le da por lo menos un poco de miedo entrar a un reclusorio, es un mentiroso.
porque todos le tenemos miedo a lo desconocido, y más cuando eso desconocido viene dentro de un paquete que incluye, entre muchas otras, las palabras robo, secuestro, asesinato, condena o la peor de todas: encierro.

ése día me tardé más en vestirme, ya que no se puede ir ni de café (de ése color visten los internos), negro (policías, o como se les dice ahí: custodios), blanco (doctores), verde (militares), y gris (ése no sé por qué la verdad).

hicimos menos tiempo de lo que esperábamos, alrededor de media hora de manejar derecho por el periférico hasta hasta llegar al reclusorio, el cual se encuentra pasando la salida a xochimilco, tláhuac y mil lugares más que no conocía.

en la entrada del edficio se encontraba mi profesor, rodeado por mis compañeros, todos vestidos de colores fosforecentes... desde lejos parecíamos un grupo de payasos o niños vestidos por sus mamás para ir a una fiesta o el día de la foto ( a poco no siempre la circular pedía que nos mandaran de "colores brillantes"?) jaja

bueno, pues coloridos y asustados entramos.

bien nos dijo martín antes de entrar, "depende de qué custodios nos toquen, hay unos que son buena onda y otros que siempre la arman de tos, y como los turnos siempre cambian, uno nunca sabe".

y así ha sido.. ya van tres veces que pasamos rápido, y otras tres en donde por todo nos quieren dejar sin pasar, ya sea porque no llevamos tres listas ( mismas que a veces ni nos piden), otras por llevar material como revistas o hojas blancas, etc, o por traer ropa que no está aceptada, como sudaderas con gorrito... siempre hay razones para tratar de dejarnos afuera.

y es en estas situaciones en que de verdad entiendo el odio con el que los internos ven a los custodios... yo solamente los veo como media hora a la semana, no me imagino cómo ha de ser tener que vivir diariamente bajo el control y tiranía de unos custodios que exprimen el poder de donde pueden.

despúes de escribir nuestro nombre en un cuaderno de esos que siempre parecen tener como cien años, pasamos uno por uno a unos cuartitos divididos por rejas de metal para que nos catearan. nunca se me va a olvidar la cara de todas cuando pasó la primera de nosotras y detrás de ella cerraron la puerta.
miedo.
mucho miedo.
qué pasaría allá atrás?
la puerta de abrió y nuestra compañera ya no estaba....salió porotra puerta que ahora estaba cerrada y todas estábamos esperando silenciosamente que ella nos hubiera dicho con un gesto o una seña si la revisión era tan mala como la imaginábamos....pronto aprendimos que ahí también depende de las custodias.
algunas parece que te están revisando como si estuvieras entrando al concierto de tatiana en el auditorio nacional, otras de verdad se aprovechan y pues... toquetean con gusto digamos... pero pues bueno... close your eyes and think of england digo yo.... y la que sigue.

al pasar al otro lado, uno entrega su identificación y se la catafixian por un lindo gafete rojo de plástico que parece haber sido hecho en los ochentas, el cual tiene un número.
despúes nos pusieron un sello en la parte de adentro de la muñeca, un sello de tinta transaparente, que sólo se ve con la luz morada que tienen adentro de una cajita en donde metes la mano en la salida.

el problema fue que con los nervios, ni vimos qué nos ponían, y diez minutos después ya estábamos casi chillando porque nuestro sello se había borrado.

"no manches..y mi sello?"
"no jodas yo tapoco tengo!"

"no mames seguro nos quedamos adentro!!"

jajajaja en retrospectiva, me da mucha risa nuestra estupidez y falta de atención... pero de verdad que en esos momentos, te imaginas lo peor y de verdad crees posible el tener que permanecer el resto de tu vida ahí por no haber tenido el pinche sello que además huele a madres.

bueno... después de la maroma del sello y el gafete, te abren una reja y bajas a un túnel.

(todas las entradas al reclusorio son por túneles, ya que así nunca encuentras una puerta en los muros gigantes de la prisión). además de que los túneles también conectan con los juzgados, celdas de castigo, enfermería y "las cabañas", en donde se tienen las visitas íntimas.

desde que íbamos por el túnel, nuestro maestro nos dijo, " huelen eso? les puedo apostar que hoy hubo una pelea".
horas después averiguamos que era cierto.

en el reclusorio el enojo y la tensión huelen. y huelen muy fuerte.

llegamos al segundo punto de revisión. nuestro nombre otra vez y ahora también a incluir el número del gafete. revisión del sello y una nueva puerta.

nadie quería ser el primero en pasar, ya veíamos por medio de un espejo estratégicamente colocado enfrente, alrededor de veinte figuras vestidas de café claro esperándonos a tan sólo unos metros pasando la puerta.

yo por mi parte callé mis nervios con una canción de rocío durcal que tenían los custodios en el cuarto de revisión. otros contaban chistes, los demás miraban calladamente su reloj o hacían como si pudieran hablar de otro tema sin que les temblara la voz.

si freud hubiera estado presente en ese momento, podría haber encontrado más de veinte defensas maniacas, unos diez acting outs y unos cincuenta mecanismos de defensa.

sin decirlo en fuerte, todos sabíamos lo que sentíamos, pero también entendimos que no lo teníamos que aceptar.

martín ha de haber olido entre nosotros el miedo, porque sin preguntarnos ni aclararnos, le dijo al custodio: "todavía no abra la puerta, espérese a que todos se anoten, que vamos a entrar todos juntos".

al mismo tiempo, lo puedo jurar, se pudo oír cómo todos respiramos aliviadamente.